sábado, 23 de mayo de 2015

martes, 19 de mayo de 2015

En los años 50

Revolutionary Road no me ha impresionado tanto como mi primera lectura de Yates, pero está muy bien. Ahora a ver qué tal la película. En principio los protagonistas me parecen demasiado guapos, no sé… yo no los imaginé así mientras leía.
Reconozco que sospecho que ya no me llenarán tanto pero de todos modos voy a coger los cuentos de este mismo autor que, creo recordar, también, como los anteriores, están en la biblioteca Jovellanos.
Gracias a Dan por la taza.


Admiración

Yukio Sumizi me suele «cargar» bastante pero… ¡Sabe lo que hace!


sábado, 16 de mayo de 2015

Movimientos

Que te hacen desear más movimientos: Amaranta Velarde.


Muy creíbles estos chavales


Dando vueltas

Y más y más vueltas. Como una obsesión conocida pero en otro nivel. Lejos, cerca, un poco de todo. Mírala.


jueves, 14 de mayo de 2015

Frescura

Paz López tiene color y alegría. Redescubierta este finde en el LABshop gracias a Chucherías de Arte.


miércoles, 13 de mayo de 2015

Tradición

A veces, sobretodo si quieres aprovechar la fiesta del cine, viene bien ver una historia convencional. Si es japonesa y evoca una relación y una época perdidas, con esa belleza inherente de movimientos, vestidos y peinados, gana bastante en pantalla grande.


sábado, 9 de mayo de 2015

Ediciones limitadas

Dan está en mi casa y me enseña esta publicación de un amigo suyo. Me divierte, que no es poco.


miércoles, 6 de mayo de 2015

lunes, 4 de mayo de 2015

Desolación

Mi lectura de ayer tarde en el tren: magistral. Como dicen en este artículo: «Si estás deprimido no lo leas». Si no es obligatorio. En parte me trasmitió esa tristeza de la que habla Lutxi cuando se refiere a Mad Men (dijo que pasaba de ver series para sufrir) y me recordó a la joven protagonista de la serie televisiva, Peggy. También he pensado hoy en Brooklyn, de Toibin. Supongo que por la ciudad de N.Y. y por la visión femenina del trabajo a mediados del siglo pasado.
Aunque me encantaba el estilo seco e incisivo del librito, se me hizo duro además porque en los vagones hacía frío, se veía el cielo gris allá por donde pasábamos y el pasaje en general protestaba (problemas en el viaje, afortunadamente fueron anteriores a la parada en Miranda) por la falta de cafetería y, como siempre, de explicaciones. Poco a poco fui entrando en calor (además nos dieron un bocata, que entretiene un poco) pero el relato cada vez era más duro.
Gracias a Susana que me habló de este autor.